El escultor de papel maché Martín Rentería Espinosa murió a la edad de 92 años el pasado 8 de febrero a causa de una neumonía que complicó el padecimiento de un tumor en la cabeza que se le había detectado en noviembre de 2022. La noticia fue confirmada por familiares que este jueves velaron su cuerpo al lado de una de sus esculturas más queridas, La Catrina, de José Guadalupe Posada.
“Él decía que todos jugamos un papel en esta vida, por lo que para él este material tenía lingüísticamente una gran profundidad y contundencia. Siempre estuvo interesado en ello, por lo que admiraba muchísimo las técnicas de crear papel en las culturas prehispánicas y del mundo, que son ancestrales.
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“En realidad él es sólo un heredero de esa fascinación por el papel y desarrollarlo de diferentes formas, crear y darle vida para comunicar cosas”, explica el artista Martín Rentería, hijo del maestro, en entrevista con El Sol de México.
Sus creaciones fueron exhibidas en el Museo de la Ciudad de México y otras galerías. También llegó a exhibir en el extranjero, como fue en la ciudad de Anaheim, donde presentó su primer retablo churrigueresco en la década de los 60, así como su colección de piezas religiosas.
ADIMIRADOR DE POSADA
Poblada de grandes esculturas de calaveras, personajes históricos y figuras religiosas, así como retablos y objetos para escenografía, su obra se caracterizó por representar la vida popular de México, así como su devenir histórico.
“Siempre fue un gran admirado de José Guadalupe Posada. Tenía muy arraigada la idea de hacer crítica popular, caricaturesca, del sarcasmo, con una postura política para hablar de lo que le pasa al pueblo a través de la creación y las figuras las imágenes”, comenta su hijo.
Este concepto, asegura Martín Rentería, fue desarrollado por el escultor, gracias a la influencia del mismo Posada y del impresor Venegas Arroyo, así como su pasión por los estudios de la época porfiriana, con el que comenzó su proyecto de calaveras, que le permitió desarrollar su propio estilo de hacer crítica irónica desde la escultura en papel maché.
“Para él las calaveras eran una expresión de la vida, pues, cómo el decía, cuando uno muere nace a la vida, la de los esqueletos, que bailan, juegan, toman, conversan y son felices, porque ya terminaron con todos sus problemas de la vida terrenal, carnal”, agrega.
LA CARRERA SOBRE EL PAPEL
Su hijo relata que el maestro Rentería mostró un gran interés por la expresión plástica al hacer pequeñas esculturas con huesos de aguacate y fabricar sus propios juguetes y los de sus hermanos. Antes de dedicarse a la pintura, ingresó, por iniciativa de su hermana a la Escuela Nacional de Música donde tuvo como uno de sus maestros al compositor Manuel M. Ponce.
Luego estudió pintura en la Academia de San Carlos, donde fue alumno de Diego Rivera, quien ―comenta el hijo de Rentería― lo apoyó mucho para su formación. Sin embargo, su fascinación por el papel maché comenzaría después de ese periodo, al ayudar a su esposa, educadora, a elaborar material escolar con papel.
Entre sus obras de gran formato, Rentería creó una réplica a escala real de la Nao Victoria, buque primero de la monarquía española, el cual formó parte del proyecto inconcluso del Hotel Romano Diana, que de acuerdo a su planeación, se ubicaría en la esquina de Río Mississippi y Río Lerma en la Ciudad de México.
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Durante un tiempo realizó objetos escenográficos para algunas televisoras y programas como Arreola y su mundo, conducido por el escritor Juan José Arreola. Ahí, comenta Martín Rentería hijo, el artista exploró el sentido del arte abstracto con el del papel mache.
Por la gran cantidad de piezas hechas por encargo o que fueron vendidas, no es posible identificar con exactitud dónde pueden estar en exhibición sus obras actualmente. Como parte de su legado dejó varias esculturas en sus bodegas y un amplio registro fotográfico aún por catalogar.