A Puerta Cerrada | Los amagos de Armenta y su destinatario – El Sol de Puebla

¿A quién se dirige el senador Alejandro Armenta Mier cuando anticipa que no permitirá una imposición en Morena?

¿A quién manda mensaje cuando advierte que ejercerá toda la fuerza social que significa el ejercicio democrático de la voluntad de los poblanos para ser, él, candidato a gobernador?

¿Quién quiere que lo escuche cuando asienta que ejercerá toda la fuerza democrática para lograr que los ciudadanos sean escuchados correctamente, lo que significa que ese partido postule al puntero en las encuestas de intención de voto y preferencia electoral?

Una opción de respuesta a todas estas preguntas puede ser Ignacio Mier Velazco, el diputado federal que en la contienda interna le ha arrebatado el pináculo de la percepción pública, un sitio de privilegio dentro de la sucesión que hasta antes de la muerte de Miguel Barbosa parecía ser suyo, con todo y la pasarela de las corcholatas de entonces.

Esa alternativa, sin embargo, es poco probable.

¿Para qué dirigir las advertencias a quien no es responsable de la definición del candidato?

‘Nacho’ Mier quiere ser candidato a gobernador, pero no es dirigente ni dueño del partido por el que busca la postulación.

Sería ocioso e inútil confrontarse con él.

Otra opción de respuesta es Mario Delgado Carrillo, presidente nacional del partido Movimiento de Regeneración Nacional.

Dirigir el dardo hacia este objetivo parecería tener coherencia, en un universo teórico, basado en los estatutos, en el que corresponde al líder del partido coordinar los procesos de selección de candidatos a puestos de elección popular para conducirlos a buen fin, donde, como señala Armenta Mier, la voluntad de los ciudadanos sea escuchada.

La teoría, empero, aquí se estrella contra la realidad.

Morena no permite a su dirigente definir candidatos y candidatas a los gobiernos de los estados del país.

Por tanto, las advertencias del senador tampoco deben ser pronunciadas con el propósito de llegar a los oídos de Mario Delgado, a menos que desconozca los pormenores de la vida en los entretelones de su partido, lo cual es improbable.

La tercera opción de respuesta debe ir entonces dirigida al sitio más alto en la estructura de mando de ese instituto político, la de a de veras, donde se encuentra el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien es, este sí, el factor unipersonal de toma de decisiones en Morena.

¿Las advertencias de Armenta van dirigidas entonces al presidente de la república?

No parece haber más respuesta que un contundente sí.

Primero: el senador ve claramente la posibilidad de que Ignacio Mier sea elegido candidato a gobernador en Morena, pese a encontrarse por debajo de él en encuestas y estudios de opinión.

Si no fuese así, no insistiría permanentemente en alertar sobre la eventualidad de una imposición ni haría del diputado federal un protagonista central de sus conferencias de prensa.

Armenta trata de meter más personajes a la pelea.

Incluye a Olivia Salomón, a Julio Huerta, a Claudia Rivera y hasta a Norma Layón, pero irremediablemente acaba enfocado en Ignacio Mier, a quien incluso sin mencionar por su nombre ubica él mismo como el rival a vencer.

Segundo: al prever el riesgo de imposición ha decidido hacer señalamientos de manera pública para tratar de impedir que esta se produzca y los ha dirigido a la única persona que cuenta en esta historia.

La interrogante que surge ahora tiene que ver con la reacción que tendrá el presidente ante el reiterado discurso del senador, que, pese a todo, siempre busca suavizar el tono de sus palabras al exaltar las supuestas cualidades democráticas del mandatario.

Hace un par de semanas, el autor de esta columna le preguntó al senador en una entrevista para El Sol de Puebla cuál era el plan que se había trazado para obtener la candidatura en Morena. Esto respondió:

“El plan es trabajar. Soy productor agrícola desde los 14 años. Sé que lo que se siembra se cosecha. Yo voy a seguir sembrando. Creo en el amor. Soy un hombre que cree en el amor. Creo en la moral. Por eso es que por amor a Puebla vamos a lograr democráticamente que se respete la voluntad de los ciudadanos y voy a seguir trabajando en las calles”.

Luego llegó el aviso:

“Me gusta la competencia, enfrentar siempre sobre la mesa. Voy a ejercer, eso que no lo duden Jorge, como lo he hecho durante toda mi vida, voy a ejercer toda la fuerza social que significa el ejercicio democrático de la voluntad de los poblanos. Eso significa no permitir una imposición. Vamos a ejercer toda la fuerza democrática que implica que los ciudadanos sean escuchados correctamente”.

Eso de “ejercer la fuerza social para hacer que los ciudadanos sean escuchados correctamente” parece una anticipación muy clara.

¿Cómo moverá el senador esa “fuerza social” si se fragua “la imposición de Mier”?

¿Tomará el partido antes de que Olga Romero Garci-Crespo levante la mano del diputado federal?

¿Se llevará esa “fuerza social y democrática” a otro lado, para, desde otro partido político, hacer valer la voluntad ciudadana de la que habla?

El asunto es complejo y encaja bien en esa cascada de especulaciones que lo miran como candidato de la oposición, ya sea del PAN o de Movimiento Ciudadano, o en una de esas del PRI.

El 31 de agosto del año pasado Armenta derrotó a Higinio Martínez Miranda en la disputa por la mesa directiva del senado, en un hecho que fue interpretado en medios de la capital del país como la imposición del grupo de Ricardo Monreal a López Obrador, que quería al mexiquense (Martínez) en la presidencia de la cámara alta tras su paso fallido como precandidato a gobernador del Estado de México.

Un antecedente que hace pensar que el senador nacido en Izúcar de Matamoros podría estar hablando en serio.

¿Qué hará López Obrador en caso de que ya haya decidido favorecer a Ignacio Mier con la postulación?

¿Optará por Armenta frente a los amagos?

Twitter: @jorgerdzc

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