Más o menos 15 meses faltan para que las dos principales fuerzas políticas del estado definan candidato a gobernador (o gobernadora) y el ambiente prelectoral que se vive tras bambalinas, en las oficinas de estrategia de cada uno de los bandos que pretenden influir o verse beneficiados de la decisión, está, por decirlo de alguna manera, nebuloso, lleno de incertidumbre ante el flujo de información que cambia prácticamente todos los días.
Una de esas dos fuerzas políticas es Morena, el partido del presidente López Obrador.
Ahí confluyen los intereses de cuatro personajes o grupos políticos: el del senador Alejandro Armenta Mier, el del diputado federal Ignacio Mier Velazco, el del gobernador Miguel Barbosa Huerta y el de la expresidenta municipal Claudia Rivera Vivanco, quien, aunque cueste creerlo, todavía alimenta esperanzas para competir por esa postulación a partir de las amistades que mantiene en el Comité Ejecutivo Nacional del partido, que tras la renovación de carteras conservó a Mario Delgado y Citlali Hernández en las posiciones de primer nivel.
¿Qué ocurre en Morena de cara a la sucesión de Barbosa?
Que nadie que mantenga una posición objetiva, alejada de filias y fobias, apostaría en este momento por alguno de los aspirantes para dar por sentado que se convertirá en candidato a gobernador.
Armenta sigue echado para adelante y ganó terreno en percepción a partir de la lucha que emprendió y ganó para hacerse de la presidencia del senado. Mier permanece montado en el supuesto de ser el favorito de López Obrador, lo cual no se sabrá sino hasta el momento de las definiciones. Las corcholatas del mandatario han comenzado a hartarse de ver encuestas de opinión pública en las que no alcanzan los niveles de popularidad que quisieran. Y Rivera, pues a la espera de un milagro que, afirman sus allegados, llegará.
En los dominios de Morena el río está muy revuelto.
Pero lo mismo ocurre en la otra fuerza política, la aliancista, donde todavía hay que incluir al PAN, al PRI y al PRD, con todo y que parezca extinguirse en medio de una ruptura nacional.
Aquí hay candidato anticipado, se llama Eduardo Rivera Pérez y despacha en la presidencia municipal de Puebla.
El punto es que nadie puede afirmar por ahora si su eventual postulación será avalada también por el PRI.
La alianza opositora a Morena está en dudas, pero, a diferencia de lo que se piensa, no por el pleito que se traen los dirigentes nacionales con Alejandro Moreno Cárdenas, el llamado “traidor”, sino por el desprecio con que algunos panistas miran a sus colegas del tricolor aquí en Puebla.
Néstor Camarillo Medina y Jorge Estefan Chidiac son los principales críticos del trato que les dispensan, en ocasiones, en el PAN, lo que los ha llevado a poner sobre la mesa la posibilidad de ir por su cuenta, sin coalición con el blanquiazul.
No es que asuman que solos o unidos con el PAN pueden obtener los mismos resultados en a contienda electoral del 2024, sino que, afirman, el priismo todavía tiene un voto duro que bien haría la diferencia, a favor o en contra, de los panistas, sobre todo en municipios o distritos donde Morena es competitivo y posee altas probabilidades de ganar.
Ellos dos afirman que algunos candidatos a diputados locales y federales del panismo ganaron la elección de 2021 gracias al PRI.
Cierto o no, esto refleja el ambiente de crispación que enfrentan esas dos fuerzas de cara a la sucesión de gobernador.
Si es usted un observador ajeno a todos ellos, pero gusta de los pronósticos, no apueste todavía por ninguno.
Restan muchas páginas por escribir y sorpresas que ver.
Twitter: @jorgerdzc