Por: Ernesto Villarreal Cantú
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Nuevamente el ambiente político en México cobra intensidad. El pasado 20 de noviembre, siguiendo el calendario electoral establecido por el INE, las diversas fuerzas políticas que actúan en el plano federal iniciaron sus precampañas, presentando sus pre-candidaturas a la Presidencia de la República. En los próximos meses veremos cómo las diversas estrategias electorales se irán desplegando, con apuestas en lo territorial y en posicionamientos en los medios de comunicación, incluyendo las ya imprescindibles redes sociales digitales.
Claramente se perfilan tres proyectos políticos de cara a la elección presidencial de Junio 2024: la Coalición “Sigamos Haciendo Historia”, donde convergen MORENA, el Partido del Trabajo y el Partido Verde, por un lado. Por el otro competirá la Coalición “Fuerza y Corazón por México”, que reúne al PAN, al PRI y al PRD. El escenario se completa con la participación de Movimiento Ciudadano, que se resistió a sumarse a la coalición conservadora.
El electorado mexicano observa con atención los primeros movimientos en esta carrera hacia la conquista del Poder Ejecutivo Federal. Es mucho lo que está en juego, se trata de escoger qué rumbo deberá seguir nuestra patria en los próximos seis años. Lo que se discute es si el proceso de cambios estructurales iniciados por el Presidente Andrés Manuel López Obrador tendrá continuidad, o si los viejos poderes hegemónicos volverán a dirigir los destinos del país y, de paso, echar al traste con los avances de la Cuarta Transformación.
Claudia Sheinbaum inició su precampaña remarcando su compromiso con llevar la 4T a otro nivel, usando la metáfora del “Segundo piso de la Transformación”. Es decir, una continuidad, pero con más cambios, con procesos de democratización y ampliación de derechos sociales que se profundizan, hasta volverse irreversibles. En su intento cuenta desde el arranque con un abrumador apoyo ciudadano, que hace virtualmente inevitable su triunfo, tal como pronostican los sondeos de opinión. Cuenta a la vez con un sólido respaldo de los distintos partidos que conforman la coalición progresista. También ha conformado un robusto equipo de campaña, donde ha invitado a participar a diversos líderes políticos que compitieron con ella por la candidatura. Con ello, manda un mensaje inequívoco de apertura e inclusión.
Xóchitl Gálvez, la candidata de la coalición de derecha, inició su precampaña de una manera errática, en medio de evidentes desencuentros con las fuerzas partidarias que la escogieron para la contienda presidencial. Son públicas las recriminaciones que hace a ciertos líderes de su coalición, señalando incluso trayectorias manchadas por la corrupción. Su equipo de campaña parece inexistente, con mensajes confusos y abiertas “metidas de pata”, como la de felicitar al candidato de la ultra-derecha argentina, que acaba de ganar la elección presidencial en aquél país. ¿Cómo puede ella conciliar su intento de situarse como una política “progresista”, cuando se muestra entusiasmada con un personaje neofascista, que promete aplicarle la motosierra a los derechos sociales de la gente en Argentina? En fin, la perspectiva de esta candidata no parece favorable, su discurso es ambiguo y hasta contradictorio. Peor aún, se le ve solitaria, distante, sin el cobijo decidido de los mismos que la alentaron a ser candidata.
La tercera opción que evaluarán los mexicanos y mexicanas es la que proponga Movimiento Ciudadano. Ante el desistimiento de Samuel García de buscar la Presidencia, cuya característica principal era la de una figura improvisada, con su discurso que trataba de enfocarse en el votante joven, se desprende una evidente superficialidad y ausencia de contenidos, que buscaban ser superadas por el uso intensivo del marketing político en las redes sociales, tratando de repetir a escala nacional el experimento que lo llevó a ser Gobernador de Nuevo León. Pero con su baja como candidato, deja a su partido político en una condición aún más difícil, ya que sus posibles candidatos alternos más visibles, están imposibilitados para competir, ya que no renunciaron a sus cargos en el periodo que la ley señala.
Así las cosas, las fichas están puestas sobre la mesa. Como en toda carrera electoral, la fuerza de la personalidad de cada candidato o candidata, las estrategias que sus equipos les diseñen, el contenido de sus ofertas programáticas, y otros factores más, decidirán la suerte de sus aspiraciones. Hoy por hoy, no me cabe ninguna duda, la perspectiva más favorable la tiene Claudia Sheinbaum. El proyecto político de la 4T apenas ha comenzado. Y el pueblo de México no parece estar dispuesto a aventuras que lo devuelvan al pasado de corrupción, desigualdad y abusos de poder.