Tras varias décadas de sobreexplotación de los yacimientos minerales terrestres en el mundo, dichos recursos están casi agotados. Sin embargo, existe otro lugar del que se pueden extraer dichos materiales: el fondo marino.
Ahí se emplean las llamadas minas subacuáticas, un método con el que se extraen diversos minerales del fondo del océano y que se ha popularizado gracias a sus bajos costos. Sin embargo, esto también genera grandes consecuencias ambientales y económicas.
“El daño que ha provocado la minería a nivel terrestre ya es muy reconocido. Ahora el mar, que es una zona que está fuera de nuestra jurisdicción, se puede prestar a daños ambientales mucho más graves”, explica en entrevista con El Sol de México Roberto Cerda, especialista en innovación social y tecnologías emergentes globales.
Las minas subacuáticas, son yacimientos que se encuentran en el fondo marino para obtener minerales de dicha área. Éstas generalmente operan entre los cuatro mil 500 y los 12 mil pies alrededor de áreas con nódulos metálicos, así como en zonas de altos niveles de energía geotérmica.
Los respiradores geotérmicos ubicados en las profundidades del océano tienen la capacidad de crear depósitos globulares de metales preciosos como el oro, plata, cobre y cobalto, por mencionar algunos.
“Dentro del fondo del océano están presentes los minerales en dos formas; los que se forman en caída del fondo marino y los que contienen las corrientes térmicas que salen del centro de la Tierra”, explica Roberto Cerda, quien además es fundador de Restore Coral, proyecto en el que se aborda la crisis de los océanos.
El objetivo de dichas minas es abastecer la creciente demanda de metales preciosos que algunas empresas de alta tecnología tienen en la actualidad.
Una de las industrias que más demanda la extracción de estos materiales es la de los vehículos eléctricos.
“Hoy en día se está impulsando la movilidad por medio de vehículos eléctricos, pero esta puede ser un arma de doble filo que cause más daños ambientales de los que supuestamente está evitando”, comentó Cerda.
Un gran riesgo ambiental
Aunque la práctica de la minería subacuática todavía es algo novedoso, los especialistas afirman que podrían llegar a tener impactos negativos en el fondo marino y en las especies que lo habitan.
Una de las grandes preocupaciones que generan es la pesadez y suciedad que pueden contener y la cual se podría expandir largas distancias, lo que sofocaría lentamente el ecosistema y a sus especies.
Entre las afectaciones ambientales que estas prácticas tienen está la destrucción parcial o total del hábitat en el que sean colocadas.
Además, su presencia frenaría la capacidad de almacenaje de carbono azul que tienen los océanos, un proceso en el que los ecosistemas marinos captan carbono de la atmósfera y contribuyen a frenar el cambio climático.
Otra es el riesgo que corren las especies más viejas y las que viven en las profundidades.
Las más viejas corren riesgos ya que en su mayoría son las que tienen procesos biológicos más lentos y por consiguiente son las más vulnerables ante las perturbaciones físicas.
Sin embargo, las del fondo marino son aún más vulnerables y el especialista Roberto Cerda explica por qué:
“Dos aspectos que pueden atentar contra las especies de las profundidades son el ruido y la luz. El ruido puede llegar a perturbarlos y alterar sus ciclos de vida, mientras que la luz afectaría directamente a las especies que están adaptadas a las cantidades nulas de luz”; explicó.
Esto podría traer modificaciones en la cadena alimenticia de los océanos y por consiguiente, un desbalance ambiental que afectaría a todos los sectores.
De acuerdo con un informe publicado por la confederación de grupos ecologistas Ecologistas en Acción, la presencia de minas en el fondo marino afecta a todo el océano e incluso conllevaría riesgos que perturben a las aves que los sobrevuelan debido a las grandes cantidades de luz.
La presencia de minas subacuáticas en algunas regiones podría suponer la extinción de una o varias especies que ahí habitan ya que el 85 por ciento de las especies que viven alrededor de las fuentes hidrotermales no se encuentran en ninguna otra parte.
De acuerdo con los especialistas, la extinción de especies del fondo marino es el mayor riesgo ya que podrían estar desapareciendo algunas que aún no se conocen.
“El fondo marino aún es un misterio y si estas prácticas se llevan a cabo de manera indiscriminada, los daños que sufran los ecosistemas y sus especies podrían ser de por vida”, añadió el especialista.
Sin embargo, este tipo de minería no sólo tiene afectaciones ambientales en los océanos, su alcance es tal que incluso agudiza el cambio climático.
Como ya se mencionó, una de las industrias más beneficiadas por la minería subacuática es la de los vehículos eléctricos, los cuales buscan disminuir las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera sustituyendo el combustible fósil por la energía eléctrica.
Pero esta industria también es dependiente de los minerales extraídos del fondo marino, lo que pondría en tela de juicio la “sustentabilidad” que presumen dichos vehículos, ya que por un lado reducen las emisiones de CO2, pero por el otro propician y apoyan prácticas dañinas para el medio ambiente.
Ante ello, numerosos organismos y entidades como el Parlamento Europeo, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el Consejo Consultivo de la Flota Comunitaria de Larga Distancia (LDAC), El Fondo Mundial para la Naturaleza y GreenPeace, han documentado y alertado sobre los conocidos o probables riesgos de la minería subacuática.
Además, la confederación Ecologistas en Acción catalogó en 2020 a esta minería como una “carrera hacia el abismo”.
“Se tienen que hacer más estudios y recabar más evidencia. Si se realiza de manera precipitada nos estaríamos metiendo en un problema muy grande en términos ambientales”, alertó Roberto Cerda.
¿Billetes o especies?
Al ser una de las industrias más novedosas que cuentan con algunas de las tecnología más avanzadas en cuanto a la extracción de minerales, también es una de las más costosas.
Este método de extracción ha cobrado popularidad en la actualidad ya que antes los costos y la tecnología para extraer materiales del fondo del océano eran prohibitivos.
Según datos del Mineral Resources from the Sea, esta industria tiene más de 150 trillones de dólares por explotar, lo que la convierte en un foco de atención para numerosas naciones.
“Si bien esta industria traería un crecimiento económico a ciertos países, también propiciaría una pérdida de competitividad y de desarrollo socioeconómico para otros”, explicó Cerda.
De acuerdo con el especialista, el panorama que esta industria tiene puede prestarse a cuestiones de corrupción y a incrementar la competitividad entre las naciones participantes.
Por ello, el futuro económico de las minas subacuáticas en el mercado aún es incierto, ya que las naciones que participen o no en la extracción de minerales de los océanos.
Posibles alternativas
En la búsqueda de alternativas menos dañinas para el medio ambiente, diversos científicos han lanzado varias propuestas para dejar de lado la minería subacuática.
Uno de los aspectos a destacar publicado por el Centro de Investigaciones Environment + Energy LEADER, es apostar de forma decidida la economía circular para reducir la demanda de materias primas, en particular los metales.
Además, de acuerdo con la especialista en Economía Circular y Eficiencia de Recursos Naturales, Rachna Arora, la minería urbana, es decir; la extracción de metales de residuos eléctricos, puede ser hasta 13 veces más barata que la extracción de una mina convencional terrestre, según lo señala en su artículo “Potencialidad y relevancia de la minería urbana en el contexto de las ciudades sostenibles”.
También están trabajando en el desarrollo de tecnologías que no dependan de materiales con altos contenidos de metales, como pueden ser las celdas de hidrógeno y los condensadores híbridos de iones.
Asimismo, apuntan a que la reducción de uso de automóviles eléctricos es un factor determinante para esta industria. Por ello alientan a la sociedad a utilizar el transporte público o la bicicleta.