Solo hay un caso en los tiempos modernos de un presidente municipal de Puebla que deja el cargo para ir a una contienda electoral con el propósito de convertirse en gobernador del estado.
Ayer por la noche, minutos antes de que se realizara la sesión de Cabildo que dio pie a la salida de Eduardo Rivera Pérez y la toma de protesta, como alcalde sustituto, de Adán Domínguez Sánchez, entre algunos regidores fue recordado el episodio vivido siete años atrás en ese mismo ayuntamiento.
En 2016, cuando José Antonio Gali Fayad había ingresado al tercer año de una administración municipal que solo por esa vez duraría cuatro años con ocho meses, debido a la reforma constitucional que empató la celebración de los comicios locales con los federales, el edil se separó del cargo para ir a la contienda de gobernador.
En efecto, Gali Fayad ya hizo siete años antes lo que ahora mismo lleva a cabo Rivera Pérez.
En ese entonces, Gali, cobijado por el PAN como cabeza de coalición, rival del PRI, que llevaba como candidata a Blanca Alcalá Ruiz, y de Morena, que apenas iba a su primera elección de gobernador con Abraham Quiroz Palacios como abanderado, consiguió un resultado favorable y pasó a ser un minigobernador de 22 meses.
La diferencia entre las aventuras políticas de Gali y Rivera es que el primero fue a las urnas en un contexto muy favorable, teniendo como manto protector al morenovallismo en pleno y sin elección federal que le hiciera sombra.
Rivera Pérez enfrenta un escenario mucho más complejo, como se sabe y como se ha descrito con amplitud.
Aun así, entre los asistentes a la sesión de Cabildo, mayoritariamente simpatizantes y aliados del virtual precandidato a gobernador, había ayer sentimientos de optimismo con respecto a lo competencia que se avecina.
En primera fila, acompañando a Eduardo Rivera en esta relevante transición, estuvieron su esposa, sus tres hijos y su nieto.
A un lado de ellos estuvieron también los padres de Adán Domínguez, quien, por cierto, no pudo contener la alegría al rendir protesta como edil sustituto, aunque solo lo vaya a ser por 10 meses.
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Mientras que los integrantes del frente opositor se irán a las celebraciones de navidad y año nuevo con la certidumbre respecto de los precandidatos que habrán de contender en su nombre tanto por la gubernatura como por la presidencia municipal de Puebla, los del bando en el poder, que llevan a Morena como cabeza de coalición, se irán a los festejos con la duda en el caso de la alcaldía de la capital.
El partido en el poder cerrará el año sin precandidato a la presidencia municipal, con tres perfiles en aparente competencia cerrada que ahora mismo mueven los hilos ocultos de Morena para tratar de hacerse con la postulación.
Ellos son, en estricto orden alfabético, Alejandro Carvajal Hidalgo, Claudia Rivera Vivanco y José Chedraui Budib.
El primero, diputado federal, tiene en Alfonso Ramírez Cuéllar su principal y quizá único pilar de apoyo, además de que es uno de los aspirantes mejor ubicado (en intención de voto) en la ciudad.
Como ex dirigente nacional de Morena y operador político de Claudia Sheinbaum, Ramírez Cuéllar puede presionar para hacer que la candidatura se quede para un morenista puro, como pelea Carvajal.
Rivera Vivanco, por su parte, tiene su fortaleza política en Citlali Hernández, la secretaria general del partido que en el pasado le apoyó, tras bambalinas, en la disputa con el extinto Miguel Barbosa Huerta.
La senadora con licencia fue vital en la resistencia de Rivera ante la embestida del entonces gobernador.
José Chedraui es el personaje más singular en esta competencia.
Es de (muy) reciente ingreso al universo de simpatizantes de la 4T y en poco tiempo se colocó a la cabeza de las preferencias electorales en la capital.
Su principal fuerza está en el grupo en el poder local, bajo las órdenes del gobernador Sergio salomón Céspedes Peregrina, pero ha dedicado tiempo y energía a buscar a todos los liderazgos de ese partido para conseguir el aval que requiere, antes de ser rechazado por su pasado priista.