Un olor fétido que provoca molestias en las vías respiratorias, dolores de cabeza y hasta ganas de vomitar despierta todos los días a las y los poblanos que habitan en el poniente de la capital, así es su día a día, sin embargo afirmaron que no han podido ni consideran poder acostumbrarse a vivir con los aromas desagradables que despide el relleno sanitario de Chiltepeque.
La situación la padecen por igual quienes habitan en los lotes más cercanos al relleno sanitario y cientos de familias que han adquirido o rentan viviendas en desarrollos habitacionales que han tenido auge en los últimos años en la zona, que tiene como principal ventaja la cercanía con el periférico ecológico.
A escasos metros del basurero está la casa de la señora Claudia Barranco Torres, se trata de una construcción integrada por unos cuartos y corrales para ganado, principalmente cabras. En el ambiente hay gran cantidad de moscas, que es otro problema con el que la familia lidia a diario debido al relleno sanitario.
“Esta peste es todo el día, toda la noche y todos los días, desde las 10 de la mañana ya es más fuerte y hay una de moscas que llegan a las casas por el basurero, porque no lo tapan”, se quejó la mujer en entrevista con El Sol de Puebla.
Narró que hace un par años comenzó a construir su vivienda en el lote que le fue heredado por su padre y lo hizo a sabiendas de que viviría cerca del relleno sanitario porque no tiene otro predio en donde vivir, ni recursos para comprar otro o una casa en una mejor zona de la ciudad.
Sus hermanos hicieron lo propio y también tienen casas en la zona conocida como el cerro de Tlalcoyunca, perteneciente a la junta auxiliar de Santo Tomás Chautla, en donde abundan los anuncios de venta de lotes en facilidades de pago pero escasean los compradores debido al olor fétido que invade el ambiente.
“En ratos se acostumbra uno al olor, porque todos los días esto huele, cuando llega el olor con el calorcito y la lloviznita es cuando pica más, hasta la nariz arde y la garganta, los niños en ratos se enferman, les agarra diarrea, vomito o dolor de estómago”, contó.
Gerardo Gutiérrez, esposo de Claudia, dijo que en los últimos dos años han aprendido a conocer un poco la dinámica de funcionamiento del relleno sanitario, ya que además del olor fétido lidian con la descarga de aguas residuales que ocurre en la zona y que llega a afectar a su ganado.
“Apenas se me murieron cinco cabras porque las saco a pastear y fueron a tomar agua puerca de esa que sale del relleno, esa agua mata a los animales de volada y así seguido pasa cuando me descuido y toman de esa agua”, dijo al tiempo de señalar que en determinados días en el río corren aguas negras que, supone, podrían provenir de los lixiviados generados por la basura.
El matrimonio compartió que no se han acostumbrado ni se acostumbrarán a vivir en esas condiciones, incluso, sus familiares les han recomendado irse de ahí o interponer una denuncia por la contaminación a la que están siendo expuestos en su propiedad, pero no tienen recursos para migrar y tampoco ven posibilidad de éxito en una demanda. “Qué podemos hacer nosotros contra el gobierno, unas cuantas personas contra el gobierno”, concluyeron.
Del otro lado del periférico ecológico, se localiza la unidad habitacional Galaxia La Laguna, desde donde todavía es posible apreciar el relleno sanitario. Ahí los habitantes también ven como parte de su vida cotidiana el olor a basura en el ambiente, que abunda más en el aire cuando es temporada de lluvias.
La señora Berenice Montiel, vecina del lugar, explicó que al iniciar el día incluso es necesario cerrar perfectamente puertas y ventanas para evitar que el olor ingrese a las casas, ya que puede provocar dolores de cabeza y náuseas.
“Despertando y hasta como a las 10 de la mañana se siente esa sensación como de vapor o hedor a basura en el ambiente, ha habido veces que hasta adentro de la casa se percibe el olor, esto nunca lo vamos a ver normal porque no es algo salubre y lo que preocupa son los niños porque les gusta jugar al aire libre y que esté esa contaminación es horrible”, comentó.
La madre de familia refirió que lleva once años viviendo en esa unidad habitacional y ha habido ocasiones en que el olor en el ambiente es tan desagradable que se encierra con sus hijos en casa y evita salir, pero la situación se vuelve más incómoda cuando transcurre la temporada de calor.
La señora Jenny López también vive en el lugar y compartió que la circunstancia es tan difícil que sus familiares le han expresado que casi no la vistan porque no soportan el ambiente. “Me dicen que no vienen por lo mismo, por cómo huele, tengo un yerno que me dice que cómo aguanto vivir así”.
Explicó que desde la madrugada y hasta el medio día en su vivienda se percibe un olor a basura pero también a caño, debido a que cerca se encuentran tuberías que, supone, tienen alguna relación con el relleno sanitario.
“Cuando empieza el calor es un olor insoportable, tengo que cerrar las ventanas porque es muy feo el aroma, es un aroma de caño y mis drenajes los tengo que tapar también porque sale el aroma directamente hacia la casa y es algo que no se soporta desde las seis de la mañana que amanece, hasta que sale el sol”, explicó.
Dijo que lleva seis años viviendo en el lugar y no se va a acostumbrar nunca porque sufre dolores de cabeza, náuseas y malestar en las vías respiratorias, además de que debe cuidar que el aroma no sea tan fétido para poder realizar actividades cotidianas como lavar y tender ropa.
A unos metros se encuentra el desarrollo residencial Bosques de Chapultepec, en donde aún se ofertan casas “con una ubicación privilegiada”, ya que cuentan con vista al bosque y están a escasos minutos del periférico ecológico, aunque desde ahí también es posible apreciar el relleno sanitario de Chiltepeque.
Alexa Planter compartió que lleva cuatro años rentando en ese conjunto habitacional y ha sabido de familias que han decidido cambiarse de casa para no vivir con el olor desagradable a basura que impregna el ambiente en determinadas temporadas del año.
La joven señaló que no es un problema diario pero hay meses en que el calor y el viento propician que el olor fétido invada el conjunto habitacional, de tal manera que es molesto “hasta salir a pasear al perro y estar soportando el olor”.
Otra de sus vecinas, comentó que aunque el malestar no genera afectaciones a nivel físico, es incómodo tener que respirar aire contaminado y, en consecuencia, se tienen que modificar actividades diarias o evitar invitar a familiares o amigos en esos días.
Los entrevistados coincidieron en que la vida útil del relleno sanitario de Chiltepeque sólo se ha ido alargando en los últimos años, sin que las autoridades se preocupen por las familias que viven en inmediaciones de la zona y deben soportar los olores que genera el almacenamiento y tratamiento de la basura.
Chiltepeque lleva funcionando 28 años y apenas el pasado 5 de octubre, el Ayuntamiento de Puebla aprobó el proyecto de título de concesión para el relleno sanitario, a fin de dar la oportunidad de operarlo a otras empresas interesadas, ya que el contrato que tiene Rellenos Sanitarios (RESA), desde 1994, concluye el próximo mes de diciembre.
De acuerdo con lo avalado por la comuna, la empresa que resulte seleccionada deberá garantizar que ampliará la vida útil del basurero por al menos cinco años más, que es el periodo en que estará vigente la concesión, además de invertir 80 millones de pesos para la construcción de celdas, una bóveda parcial y la adquisición de tractores, compactadores de residuos y maquinaria.