Durante el segundo trimestre de 2022, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) diagnosticó diversos problemas cognitivos y trastornos mentales en 79 de sus elementos que realizan tareas operativas de seguridad pública en Puebla. Pese a la alta incidencia de estas condiciones psicológicas, el 50 por ciento de los uniformados vinculados a terapia desatendió su salud emocional e ignoró presentarse a este servicio.
Durante abril, mayo y junio del presente año, personal de salud del Ejército Mexicano adscrito a la Unidad Médica de Consulta Externa (UMCE) del municipio de Oriental, Puebla, generó un total de 207 citas para los soldados, principalmente los del rango más bajo, es decir, los de tropa.
No obstante, sólo 104 de ellos, es decir, la mitad de todos los elementos vinculados a este servicio de salubridad, cumplieron con su compromiso de salud emocional, pues el resto, según detalló un reporte clínico extraído por la organización internacional de hackers, Guacamaya, y en poder de esta casa editorial, “no se presentó a su cita programada”.
Este desinterés de las fuerzas armadas por cuidar su salud mental se observó mientras que, de forma simultánea, otros 79 uniformados fueron diagnosticados con diversos problemas relacionados al comportamiento de su mente. Estos resultados fueron catalogados como información de “interés para la superioridad”, es decir, para oficiales de alto rango en la Dirección General de Sanidad de la Sedena.
Pese a ello, en el reporte clínico no se informó sobre las medidas empleadas para proteger la salud de los uniformados o si bien, los mismos constituyeron un riesgo para el desempeño de sus funciones en la milicia o con el contacto con civiles.
Problemas familiares, ansiedad y depresión, así viven las fuerzas armadas en Puebla
Para determinar un diagnóstico, psicólogos militares tomaron en cuenta un tamizaje con el cual se pueden establecer hasta 11 posibles diagnósticos.
Pese a que dicho tamizaje establecía diversas condiciones y patologías, la mayoría de diagnósticos se situó en las dos etiquetas más ambiguas del listado: “otros problemas relacionados con el estilo de vida” y “consulta no especificada”.
En ninguna de las dos se especificaron los criterios o contextos en los cuales un efectivo debe encontrarse para ser detectado en esas condiciones médicas. En ambos supuestos se encontraron 59 elementos, en su mayoría hombres.
Por su parte, en cuanto a los casos de trastornos médicos concretos, especialistas militares reportaron a la Dirección General de Sanidad la Sedena que hubo una decena de elementos poblanos en estas condiciones, es decir, de los 104 soldados que sí acudieron a sus citas, un 10 por ciento resultó tener un padecimiento cognitivo de importancia considerable.
De esa cifra, se encontró que dos integrantes de la milicia vivían con trastorno mixto de ansiedad y depresión, uno con ansiedad aguda, otro con estrés agudo, uno con trastorno fóbico de ansiedad, otro más con trastorno depresivo recurrente, mientras que cuatro de ellos lo hicieron con “trastorno alimenticio inapropiado”.
Se detectó igualmente que los problemas del entorno familiar repercutieron de forma negativa en el desempeño de sus funciones, pues, un total de nueve soldados fue afectado con problemas cognitivos. De ellos, seis casos estuvieron directamente relacionados a la ruptura del seno familiar.
Trastornos emocionales pueden ocasionar uso indebido de fuerza
En octubre pasado, de acuerdo con información extraída por Guacamaya, El Sol de México reveló que la Sedena detectó que la participación y exposición prolongada de sus elementos en eventos violentos o aseguramientos en una misma jurisdicción afectó su estabilidad emocional y, además, contribuyó a que los uniformados sean poco capaces de identificar amenazas reales.
Según documentó el periodista Andrés M. Estrada, los militares que se involucran en eventos relevantes pueden desarrollar estrés postraumático, lo cual aumenta las posibilidades de que lleven a cabo acciones que puedan “afectar la imagen” y poner en “entredicho el prestigio del instituto armado”.
En otras palabras, la dependencia que encabeza Luis Cresencio Sandoval González detectó que el Ejército Mexicano es capaz de hacer uso indebido de su armamento y provocar la pérdida de vidas humanas, a raíz del desarrollo de dichos trastornos.
De hecho, en esa misma documentación confidencial se descubrió que, tan solo durante los primeros ocho meses de 2022, elementos militares incurrieron en 15 prácticas de este tipo.
Por último, y a propósito de este último tema, cabe recordar que, en agosto pasado, soldados, presuntamente, abrieron fuego contra un vehículo en Nuevo Laredo, Tamaulipas, no obstante, al interior viajaba Heidi Pérez, una niña de cuatro años, quien fue abatida por las balas.