Marino e Ignacia encontraron el amor cuando creyeron que su vida ya estaba a punto de terminar. Los dos, siendo personas de la tercera edad, fueron olvidados por sus familiares en una “residencia para abuelos”, en donde se enamoraron y se hicieron novios, luego fueron trasladados a Cáritas Puebla, en donde han estado los últimos meses y después de tanto dolor, llevan una estancia tranquila, feliz y digna.
Ellos son un ejemplo de los tantos casos que se viven de abandono. Tan sólo en Cáritas Puebla, 48 de los 50 adultos mayores que albergan, están en esta situación y de acuerdo con la última Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica, 1.7 millones de personas de 60 años o más viven solas en México, no cuentan con una red de apoyo y sus condiciones socioeconómicas son malas.
Al entrar a Cáritas Puebla, puntualmente a la zona de personas mayores, es inevitable ver a Marino Francisco Valenzuela y a Ignacia Juárez Lobato. Él, sostiene la mano de ella y le realiza masajes para que los estragos de la artritis sean menores. Ambos, son débiles visuales, pero no necesitan mirar, sólo escucharse uno a otro.
Al cuestionarles si son pareja, responden que son novios desde hace un año y que uno de sus sueños más grandes “antes de morir” es casarse. Los dos rebasan los 60 años y nunca creyeron que el amor les llegaría, pues “eso no es para los viejos”, pero les pasó y debido a que no tienen a nadie más en este mundo, se consideran entre ellos familia.
El deseo de casarse es tan grande que tienen intención de enviarle una carta al papa Francisco para que les permita esta unión. Cuentan con su acta de nacimiento y quieren hacer este trámite debido a que quieren formalizar su amor. “Somos nuestra única familia, sólo nos tenemos a nosotros y casarnos sería la forma de que Dios avale nuestro cariño”, dijo Marino.
Ignacia ya no recuerda a toda su familia y rompe en llanto al saber que durante varios años, nadie se interesó en buscarla. Marino le pide que no llore, la toma del hombro y le recuerda que “está en las mismas”. Gran parte de su núcleo familiar sigue vivo, pero nadie lo visita. “Cuando me hice viejo y enfermé mi familia me rechazó, hicieron su vida y me hicieron aparte. Me volví ciego y me dejaron en claro que no me iban a cuidar, desde hace mucho ya no tengo familia”, relata.
Por su parte, José Refugio Gómez, representante de Cáritas Puebla confirmó que el abandono de adultos mayores es un problema real en la entidad, tan sólo de los 50 hombres y mujeres que albergan, 48 están en esta situación. Son casos en donde sus familiares llegaron a solicitar ayuda y jamás regresaron o casos en donde los dejaron en las puertas de sus instalaciones.
Cáritas Puebla se hace cargo de los servicios funerarios
Refugio Gómez lamentó esta situación, ya que han registrado fallecimientos, y al buscar a los familiares de la persona e informarles de las muertes, su repuesta es “que hagan lo que quieran”. Es por ello, que la capilla de Cáritas Puebla cuenta con los nichos de todas estos “abuelitos”.
“Se les ha buscado y luego hablado a sus familiares en casos de fallecimientos y nos comentan que no les interesa, que hagamos lo que tengamos que hacer. Nosotros nos hacemos cargo de todo el servicio funerario, la cremación, la misa y las urnas con sus cenizas están en nuestra capilla con el nombre de todos nuestros abuelitos”, expresó.
Incluso, el titular de la Secretaría de Gobernación estatal, Javier Aquino Limón, apoyó a Cáritas Puebla en el trámite de actas de nacimiento, ya que muchos de ellos no tenían este documento, el cual fue necesario al momento de hacer el registro de defunción.
En Cáritas Puebla aún pueden recibir adultos mayores, cuentan con una capacidad de 103 adultos, pero antes de darles ingreso, tienen que revisar que cuenten con el perfil idóneo, ya que en la fundación no pueden atender casos de Alzheimer o algún tipo de enfermedad mental.
Los adultos mayores necesitan varias donaciones como medicinas, sábanas, ropa, chamarras, pero José Refugio aceptó que lo que más necesitan es cariño, por ello, hizo un llamado a la ciudadanía para ser voluntarios, ya que la comunidad necesita tener alguien con quien platicar, con quien jugar o sólo alguien que escuche sus historias.
Actualmente cuentan con un programa que se llama “Apadrina a un abuelito”, con el cual la fundación busca obtener recursos, a través de un donativo, que los ayude a mejorar los servicios prestados a los abuelitos que viven con ellos. La cuenta Scotiabanck es la siguiente 03603195708, pero para mayores informes pueden marcar al 222 305 11 77.