Niños Cantores de Puebla, las voces que cautivaron a Estados Unidos | Los tiempos idos – El Sol de Puebla

En septiembre de 1969, treinta y dos infantes poblanos integrantes del coro de los Niños Cantores de Puebla, realizaron una gira por la Unión Americana para representar a la Angelópolis en un importante movimiento de confraternidad internacional, auspiciado por el comité de Ciudades Hermanas.

Los infantes fueron acogidos en las casas de los niños cantores del país del norte. Se ofrecieron audiciones en distintas ciudades y dos conciertos en la Embajada de México para conmemorar la guerra de independencia de ambos países.

El programa Ciudades Hermanas se creó en Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX y fue presidido a nivel internacional por el empresario poblano Jorge Rodríguez Pacheco. Él mismo invitó a José Luis Crespo, enviado especial de esta casa editorial, El Sol de Puebla, para recoger el minuto a minuto de esta exitosa gira.

Nace la agrupación coral

En 1945 nació en Puebla el grupo coral Orfeón Infantil Guadalupano fundado por el padre Alfonso Treviño Bustinza, quien en 1933 inició su labor educativa en la ciudad y para 1936 fundó el Instituto Iberia.

En su afán por tener un coro de niños que se distinguiera por su calidad vocal y se convirtiera en emblema de la ciudad, en 1966, el padre Treviño trajo al profesor Felipe Ledesma Guillén, para que dirigiera la agrupación. En ese momento, dirigía el coro de los Niños Cantores de Monterrey que él mismo había fundado en 1956.

Ledesma Guillén fue una destacada figura de las agrupaciones corales en la segunda mitad del siglo XX. Pianista y compositor, aprendió la formación vocal infantil como ayudante del maestro Romano Picutti, quien fue director artístico de los Niños Cantores de Viena y había llegado a México en 1950 para trabajar con los Niños Cantores de Morelia, en Michoacán.

Cuando el profesor Ledesma llegó a Puebla comenzó a buscar infantes para conformar su coro en diferentes instituciones educativas de la ciudad.

“La prueba para pertenecer al coro consistía en cantar Las Mañanitas y el ¡Oh María, Madre Mía! Yo estudiaba en la escuela Juan N. Méndez, todos éramos de escuelas de gobierno. A todos los que eligieron para el coro nos becaron en el Instituto Iberia. Ahí estudiamos primaria, secundaria y algunos preparatoria”, detalla José Vicente Romay García Cano, quien tenía 8 años cuando fue elegido.

En 1966, Ledesma Guillén fundó el coro de los Niños Cantores de Puebla, que dirigió hasta 1981. Los integrantes del Orfeón Infantil Guadalupano se adhirieron a ellos. Así se formó la actual agrupación coral del Instituto Iberia.

“Nuestra debut fue en el Teatro Principal, en Octubre de 1967. Éramos aproximadamente 50 niños cantores en dos coros, el de los niños que estábamos aprendiendo y el de los niños que ya cantaban, éramos dos generaciones distintas y así nos manejamos todo el tiempo. En 1969 hicimos una gira en Estados Unidos para ir a la convención de Ciudades Hermanas en Lexington, Massachusetts”, recuerda.


Hermanamiento entre los pueblos

El 5 de septiembre de 1969, treinta y dos niños poblanos con voces privilegiadas, de entre seis y doce años de edad, conocidos como los Niños Cantores de Puebla, emprendieron una gira por la Unión Americana para representar a la Angelópolis en un importante movimiento de confraternidad internacional, auspiciado por el comité de Ciudades Hermanas.

En 1959, el entonces Presidente de Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower, convocó al programa People to People para restablecer las relaciones entre los pueblos, a fin de crear un mejor entendimiento y preservar la Paz. Con la idea de hermanamiento entre países, surgió el movimiento Ciudades Hermanas.

“Del programa Pueblo a Pueblo se derivó el programa Ciudades Hermanas. El objetivo era conocerse profundamente a través de la cultura, las tradiciones, el modo de vida, etcétera, para dejar a un lado diferencias morales, sociales y de todo tipo, así hermanarnos como seres humanos”, señala Jorge Rodríguez Pacheco, quien en la década de los sesenta (siglo XX) presidió este programa en Puebla, en México y el mundo, hasta 1971.

“Ciudades Hermanas es un programa poco conocido, pero es uno de los más importantes que se ha desarrollado en el mundo. Se originó en Estados Unidos por el general Eisenhower, que fue jefe supremo de las Fuerzas Armadas de las Naciones Unidas en la Segunda Guerra Mundial y posteriormente presidente de ese país. El programa inició en los países que tuvieron como enemigos en esta guerra mundial, los principales fueron Japón y Alemania. El siguiente país en sumarse fue México, por la cercanía”, agrega.

Este hermanamiento que buscaba crear vínculos y fomentar las buenas relaciones entre los países se dio a través de intercambios de todo tipo: De profesionistas, de estudiantes, de tecnología, de arte, etcétera.

Ciudades Hermanas en Puebla

Hacia 1960 Jorge era secretario del consejo de la entonces Asociación Regional de Caminos de Puebla, que tenía un lugar en la comisión de turismo, y que fue presidida por su padre don Francisco Rodríguez Pacheco. Dos años después, el Consejo de Turismo lo eligió a él como su vicepresidente.

Rodríguez Pacheco dice que en ese momento llegó a Puebla una comitiva del programa de Venice, California, que funcionaba a través de la presidencia de Estados Unidos. El alcalde era el doctor Carlos Vergara y aceptó integrarse. Por ser vicepresidente del Consejo de Turismo, nombró a Jorge presidente del comité de Ciudades Hermanas del Estado de Puebla.

“Esto coincidió con la primera Convención Anual de Ciudades Hermanas en Guadalajara. Ahí se integró el comité nacional y me eligieron a mí como presidente. Al año siguiente fue la segunda convención en Redondo Beach, California, donde se formó el primer comité internacional, y también me eligieron para presidir. Me convertí en el Presidente Internacional del Programa de Ciudades Hermanas. Tenía a mi cargo el comité local, el nacional y el internacional”, advierte.

El Programa Regional llegó a tener cincuenta municipios anexados. Jorge inauguró la Escuela de Ciudades Hermanas en Valsequillo y se dio a la tarea de realizar intercambios con Estados Unidos, porque la esencia del programa era fomentar en la juventud principios y valores como hermandad, compañerismo, entre otros.

Así realizó el tercer Congreso Anual de Ciudades Hermanas en Puebla, también trajo una exposición de Satélites no bélicos, realizó intercambios de profesionistas en rubros diferentes como la radio, e intercambios de estudiantes en su mayoría del CENHCH.

Se programa la gira de los cantores

“Un día conocí a la señora María Sánchez Robredo (poetisa) y casi me regañó, me dijo que cómo era posible que hiciera intercambio de jóvenes y no hacía nada por los Niños Cantores. La verdad yo ni los conocía. Ella me presentó al padre Treviño, director del Instituto Iberia, con quien hice una gran amistad. Me encargué de promover el coro, comencé a llevarlos a convenciones nacionales”, recuerda.

En septiembre de 1969 se llevaría a cabo la Convención Anual de Ciudades Hermanas en Lexington, Massachusetts. Rodríguez Pacheco comenzó a gestionar lo necesario con los diplomáticos de ambos países para llevar a los Niños Cantores de Puebla a la Unión Americana en una gira en la que se ofrecerían dos conciertos y diferentes audiciones en ciudades que estaban adheridas al programa de Ciudades Hermanas.

El primero concierto se programó para el 15 de septiembre en la Embajada de México en la capital de Estados Unidos, Washington. El segundo se realizaría el día 19, en la clausura de la Convención Anual de Ciudades Hermanas en Lexington, Massachusetts.

“Lexington fue la ciudad donde estalló la guerra de independencia de Estados Unidos (19 de septiembre de 1775). La convención la organizamos ahí pensando en hermanar esta ciudad de Norteamérica con Dolores Hidalgo, donde estalló la Independencia de México (15 de septiembre de 1810)”, sentencia Jorge.

Durante su gestión, Jorge se relacionó con diferentes personalidades norteamericanas. Fue reconocido por su labor social e invitado a un banquete en el Departamento de Estado de Estados Unidos e incluso, recibió una carta del general Eisenhower. También aportó de su bolsa lo necesario para llevar a buen puerto su compromiso con el Programa de Ciudades Hermanas, patrocinó la gira de los cantores.

Embajadores de buena voluntad

José Vicente Romay García Cano, el niño cantor que participó en esta gira, recuerda que el viaje fue por tierra y se efectuó del 5 al 27 de septiembre de 1969. Eran 32 infantes que en total realizaron 22 audiciones y 2 conciertos.

“En los conciertos se tiene que ir vestido de gala y tienen una duración mínima de hora y media en la que cantamos acompañados por un piano en diferentes idiomas. Las audiciones eran desgastantes porque eran cuatro o cinco al día, cantábamos en escuelas, conventos o iglesias. Tuvimos oportunidad de conocer la Catedral de la Inmaculada Concepción y la iglesia de San Patricio en Nueva York. Ese día no pudimos subir al Empire State porque estaba lloviendo”, señala.

La logística de la gira y los permisos necesarios para la estancia de los niños cantores en la Unión Americana, fue coordinada por Jorge Rodríguez Pacheco en un esfuerzo conjunto con las autoridades de México y Estados Unidos. Al día siguiente de salir de Puebla los infantes ofrecieron un concierto a Monterrey. A partir de ahí, su estancia en la Unión Americana fue de 21 días.

José Vicente Romay asegura que siempre hubo un importante dispositivo de seguridad para mantener su integridad. Conforme al programa de Ciudades Hermanas, fueron recibidos en casas particulares o de asistencia social y en los hogares de los niños cantores de Filadelfia.

Conmemoran fiestas patrias con conciertos

De acuerdo con la información enviada diariamente por el corresponsal de esta casa editorial, El Sol de Puebla, en su entonces edición vespertina, La Voz de Puebla, los pequeños embajadores se consagraron en la Unión Americana. Entre abrazos y muestras de cariño, por donde pasaban se escuchaba gritar: “¡Mexican boys!, ¡sing!, ¡sing! (¡Niños mexicanos!, ¡canten!, ¡canten!).

José Luis Crespo detalla que el 12 de septiembre, los Niños Cantores de Filadelfia con quienes los infantes poblanos alternaron en una audición en el Edmund´s Elementary School, les cedieron el lugar de honor como anfitriones. El periodista aseguró entonces, que “los nuestros” fueron mejores y muestra de ello fue que cuando terminó la audición, los pequeños norteamericanos se lanzaron al escenario para abrazar a los cantores poblanos que habían emocionado a los presentes.

El 15 de septiembre se celebró una Noche Mexicana en la Embajada de México, en Washington. Los Niños Cantores de Puebla conmovieron a una audiencia de dos mil personas encabezadas por Hugo B. Margain, el entonces embajador de México en Estados Unidos, y el canciller Rafael de la Colina, representante de México ante la Organización de Estados Americanos (OEA).

A petición del embajador Margain, el coro cantó el Himno Nacional Mexicano y “Cielito lindo”, lo que emocionó tanto a los presentes que algunos derramaron lágrimas.

Margain, aseguró que aquella noche fue una de las más entusiastas y vibrantes celebraciones de nuestra independencia en Estados Unidos. Manifestó que “Nunca antes un coro infantil mexicano se pronunció a tan alto nivel cultural como esa noche”. Por su parte, el canciller de la Colina exclamó: “¡Formidable, extraordinario!”.

Para culminar la gira, los niños cantores fueron trasladados de Washington a Lexington, Massachusetts, para participar en la Convención Anual de Ciudades Hermanas. Arribaron el 19 de septiembre. Ahí se encontraba presente Jorge Rodríguez Pacheco, Presidente Internacional del Comité y patrocinador del viaje de los cantores.

En su intervención, el empresario poblano se refirió a Dolores Hidalgo y Lexington como “pueblos hermanos por su sentido de libertad y por el lazo de unión entre ambos. Fuentes a nivel cultural de convivencia humana, son desde ahora las voces de los Niños Cantores de Puebla”.

En la nota final del corresponsal José Luis Crespo, se lee: “No encuentro frases más adecuadas para decir en pocas palabras los acontecimientos que la estancia de los Niños Cantores de Puebla ha provocado en este país. Esta noche, en su 22ª actuación en el auditorio de Lexington, más de un millar de personas que llenaban el lugar, puestas de pie, aplaudieron la actuación de los genios cantores y a gritos pedían la repetición de los coros al terminar el programa desarrollado en este lugar”.

“Ha sido un triunfo completo (…) De esta manera los Niños Cantores de Puebla se han convertido en auténticos gigantes que, a toda velocidad, corren en carreteras atravesando puentes y la más variada geografía para cumplir su compromiso y dejar hondamente grabado, en todos los lugares visitados, el nombre de la ciudad de Puebla”, finaliza.

Después de 11 mil 509 kilómetros recorridos, los Niños Cantores de Puebla, emprendieron el viaje de regreso a casa. Llegaron a la Angelópolis el 27 de septiembre, día en el que fueron recibidos amorosamente por sus orgullosos padres en las instalaciones del Instituto Iberia.

“De los 32 niños que fuimos aun nos frecuentamos 25, tenemos un grupo. Todavía nos entusiasmamos mucho al recordarlo. A nuestro regreso tuvimos una rueda de prensa en Monterrey, hicimos un programa en Canal 3 y don Jorge Rodríguez Pacheco organizó una comida en nuestro honor en el patio del Instituto Iberia. El señor Crespo, periodista de El Sol de Puebla que nos acompañó a la gira, hizo una gran labor de reportaje, porque hay muchas cosas que yo no recordaría (por la edad que tenía entonces) si él no las hubiera escrito”, concluye José Vicente Romay García Cano.

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