Ahora que recién han pasado los días dedicados a los muertos, vale la pena hacer un ejercicio acerca lo que significa realmente vivir, ante lo cual debemos tener en cuenta los muchos factores que rodean el andar cotidiano de cualquier persona, sus sueños y valores, pero sobre todo el entorno en que vive, el cual puede ser una prisión o un espacio de plenitud.
Decía Oscar Wilde: “lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo”. Desde luego que la personalidad del irlandés ha sido objeto de muchas críticas, pero sus textos innegablemente tienen una calidad que lo hacen trascender en diversos modos.
Existir nos remite a un plano material, es decir, tener un cuerpo y las funciones vitales, en ese sentido, hasta una bacteria puede existir. También hay que señalar que hay personas que son, pero no existen, como muchos de los héroes, santos o hasta deidades que auténticamente han sido creaciones bien delineadas que han alcanzado mucha popularidad. Esto depende del imaginario o profesión de fe que cada quien tenga, lo cual siempre será respetable.
Después de haber estado en el ambiente del Día de Muertos y Halloween, es bien interesante reflexionar acerca de lo que es la muerte, no solo como cesación de las funciones cardiaca, mental y respiratoria, sino como un acontecimiento ineluctable que puede considerarse como un gran misterio. Hay quienes creen en una vida post mortem, como algunas religiones lo sostienen, no obstante, un servidor se adhiere a las ideas de la Ilustración y de Martin Heidegger: la primera nos dice que esta vida es la única y que no es preparación para alguna otra; la segunda sostiene que después de muerte solo hay una nada absoluta.
En este sentido, hay que valorar cada uno de los días en los que caminamos sobre este mundo, porque llegará uno que sea el último. Actualmente las redes sociales nos venden una idea de lo que es vivir en plenitud muy equivocada, ya que se centran en alimentar la vanidad y el ego, buscando una aceptación colectiva y una perfección que es imposible alcanzar, prueba de ello es la gran ansiedad que puede provocar el no tener las suficientes muestras de aceptación y cambiar el físico manifiestamente en las fotos publicadas, eso creo que no es vivir.
Ahora bien, también debemos tener en cuenta la axiología de una persona, es decir en las directrices que persigue y sobre los cuales guía su andar cotidiano, no obstante, estos valores pueden estar condicionados a ciertos complejos o traumas que deben ser compensados. Para esto nos tendríamos que remitir a la infancia, donde una persona forja su personalidad y muy probablemente su futura felicidad o infelicidad. Si alguien vivió bien de pequeño, prácticamente tendrá la vida solucionada.
También hay que señalar que muchas personas viven encerradas en ciertos estereotipos y no pueden mostrarse tal y como son, tal es el caso de muchos políticos que quieren mantener una imagen inmaculada y niegan defectos o vicios que todos poseemos.
Esto no quiere decir que caigamos en el extremo de ser unos extravagantes y exhibicionistas, vivimos en una sociedad y nos debemos en muy buena medida a ella. Creo que debe haber un justo medio entre lo que queremos hacer y lo que se puede hacer, es aquí donde entra la máxima jurídica de que cualquiera puede desplegar la conducta deseada, siempre y cuando no afecte derechos de terceros.
Infortunadamente, el gran capital y los gobiernos lo que menos quieren son personas que vivan a plenitud, la libertad se ha vuelto un privilegio de muy pocos y millones viven sometidos bajo los parámetros del consumismo y la simulación de la democracia, donde parece que elegimos, pero más bien legitimamos decisiones ya tomadas por los que verdaderamente mandan en el planeta.
Vivir plenamente no es tan complicado: esto lo podemos encontrar en comer lo que nos gusta y a nuestras horas, realizar algo artístico o simplemente tener un tiempo dedicado sistemáticamente a lo que nos gusta. Hasta la vista.
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