Una inocente fotografía publicada en las redes sociales de Alejandro Armenta el sábado 25 de noviembre, desde el municipio de Atlixco, puede servir para descifrar uno de los enigmas ignorados después de la unción del senador como coordinador estatal de los comités de defensa de la 4T, pero que hasta antes de este acontecimiento fue materia permanente de discusión y debate entre quienes trataban (tratábamos) de inferir las posibilidades del morenista de ser candidato a gobernador: su personalísima relación con el presidente.
En los meses previos a la lectura de las encuestas, realizada por la Comisión Nacional de Elecciones de Morena el 10 de noviembre en un conocido hotel de la capital del país, por ahí fueron las especulaciones en torno a la futura definición del aspirante ganador en ese partido político.
La discusión pública, que se resistía a mirar solo el resultado de las encuestas de intención de voto, que favorecieron mayoritariamente al senador, oscilaba entre la competitividad y la cercanía de los personajes con Andrés Manuel López Obrador.
Fue en ese contexto que se catapultó la percepción positiva alrededor de las aspiraciones de Ignacio Mier y se menguó la de Armenta, en el entendido (ahora sabemos, equivocado) de que la posición de representante de los intereses de Morena y la 4T en la cámara de diputados equivalía a granjearse los afectos y la confianza del dueño del partido para ser designado, por encima de todo, candidato a gobernador.
De ahí vino que se hablara y escribiera siempre de dos personajes:
El que encabezaba las encuestas era uno, Armenta, y el amigo del presidente era otro, Mier.
Las suposiciones de entonces no fueron gratuitas, sino que derivaron de una serie de elementos considerados relevantes para la elaboración de los escenarios.
Ocurridos los acontecimientos y llegado el desenlace de la interna no se volvió a abordar ese punto, el de la supuesta mala o inexistente relación personal del senador con el presidente, de la presunta falta de afectos por parte del inquilino de Palacio Nacional.
Al resultar ganador en la encuesta se dio por hecho que su designación como coordinador de los comités de defensa (de ya sabe usted qué) no tuvo que pasar por el tamiz emocional de López Obrador, y eso, para quienes conocen bien al político tabasqueño, es imposible.
Hay que retomar el tema y aportar evidencia para su conclusión.
Porque algo ha de haber hecho Alejandro Armenta para ganarse la confianza del presidente.
¿Qué hizo el senador?
Seguramente aplicó varias estrategias.
Una de ellas fue recurrente en el contenido de sus discursos y en sus publicaciones en redes sociales, que consistió en ponderar la trascendencia del tabasqueño como líder de eso que él mismo denominó “cuarta transformación”.
Pero eso fue solo una parte.
Tras bambalinas hubo personajes de carne y hueso que lo ayudaron en ese cometido.
Aquí es donde volvemos a la fotografía de Atlixco.
Ana Elizabeth García Vilchis, titular de la sección “Quién es quién en las mentiras”, de la mañanera presidencial, y protagonista de la imagen publicada el 25 de noviembre en la red social X (antes Twitter) por el senador Armenta, fue una pieza fundamental en la construcción de ese vínculo que le hacía falta al virtual candidato a gobernador.
Liz Vilchis, poblana por cierto, egresada de la licenciatura en Antropología Social de la BUAP, ayudó al senador a entrar en el círculo de confianza del mandatario.
Como usted imagina, no lo hizo sola.
En la exitosa estrategia de acercamiento y recomendaciones participó además Jesús Ramírez Cuevas, su jefe.
Eso explica una parte del enigma.
Con el coordinador general de Comunicación Social y Vocero de la Presidencia, y la directora de Redes de esa misma oficina como aliados políticos, era difícil que Armenta no cumpliera el objetivo.
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Después de revisar varias opciones, Sergio Salomón Céspedes parece haber decidido que será el jueves 14 del mes en curso cuando rendirá su primer informe de gobierno, un día después de que se cumpla un año de la muerte de Miguel Barbosa y un día antes de que ocurra lo mismo con su ascenso al cargo que hoy ocupa, que sucedió en los primeros minutos del 15 de diciembre de 2022.
El inmueble que servirá de sede para el acto estaba, hasta ayer por la mañana, aún por definirse.
En los pasillos del edificio ejecutivo del Centro Integral de Servicios se hablaba de dos alternativas: El Auditorio Metropolitano, en la zona de Angelópolis, o el Centro Expositor, en Los Fuertes.
Como sea, en la administración estatal ya afinan los últimos detalles para la presentación de los resultados obtenidos a lo largo de los últimos 12 meses, en una exposición que combinará los proyectos que se han puesto en marcha y que se concluirán hasta el 2024.
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¿Qué hará el comunicador Iván Mercado después de haber cerrado exitosos ciclos de relación profesional en las empresas Televisa Puebla y La Tropical Caliente?
¿Regresará a liderar un nuevo proyecto de medios?
De ser así, ¿cuándo y dónde lo hará?
Esas son preguntas que solo puede responder él.
Por vía de mientras, Iván, a quien conozco desde 1993 y a quien considero mi amigo, a quien respeto y admiro, primero como ser humano y después como periodista, ha aceptado la invitación para colaborar en este diario a través de un artículo semanal que se publica los lunes. Ya lleva tres. Y el de hoy es especial porque pone énfasis en la violencia como síntoma de la descomposición social en la que llevamos inmersos algunas décadas.
Bienvenidas tus aportaciones amigo.
X: @jorgerdzc