En México existen millones de personas mayores de 15 años de edad que son analfabetas, también personas con rezago educativo, que no terminaron la primaria y la secundaria que se cuentan por millones.
Cada sexenio gubernamental se marca como primera prioridad de su administración, atender la educación de los adultos para combatir el analfabetismo y el rezago educativo, pero eso parece irrelevante a la hora de tomar decisiones, porque hay asuntos de mayor relevancia tanto en el sector educativo, como nacional e internacional.
La educación de adultos se convierte en la primera prioridad de la administración, debido al alarmante problema del rezago educativo, sin embargo, los hechos ponen de relieve lo contario.
Al parecer no sólo no es la primera prioridad, ni siquiera se encuentra en segundo o tercer lugar, así va descendiendo cada vez más en los asuntos educativos hasta que se pierde en el fondo.
Los investigadores opinan que el denominado rezago educativo implica que un tercio de la población nacional ha sido privada del derecho constitucional a la educación básica y por consecuencia le hemos restado posibilidades de una inserción equitativa a la vida laboral y a la convivencia democrática que tanto se pregona en los discursos oficiales.
No se trata simplemente de decodificar signos, sino de contar con herramientas que, efectivamente, permitan vivir mejor. Por la vía de la universalización de este nivel de estudios cobra sentido el ejercicio de la igualdad y la libertad de los ciudadanos que crea el nexo ético entre pares: todos los individuos de una comunidad son reconocidos y reconocen a otros como iguales construyendo una vida común.
Así la educación básica se constituye en el corazón de lo público; analfabetismo y el rezago educativo representan un problema político y moral.
En los Censos de Población, en los Conteos de Población y Vivienda que se realizan, se registran datos preocupantes de la educación de los adultos, que en lugar de irse abatiendo, se va incrementado el número total de analfabetas entre la población de 15 años y más que da como resultado un índice nacional del analfabetismo alto.
A lo largo de estos años el número de analfabetas en México se ha incrementado en varios millones de adultos, dando una idea de que las campañas de alfabetización están abatiendo con efectividad el problema, en otras palabras el Estado se preocupa por este problema.
Hoy se pide el apoyo del sector productivo como la industria azucarera, de la construcción y telecomunicaciones, de organizaciones civiles, sindicatos, Iglesias, Universidades, bachilleratos y grupos de voluntarios para alfabetizar a miles de personas, pero lo que también preocupa que cada año aumentan los jóvenes que llegan a los 15 años de edad sin saber leer y escribir. Aumentando también los analfabetos funcionales que se definen como aquellas personas que, habiendo aprendido a leer y a escribir, lo olvidan por desuso o falta de práctica.
Se esperan buenos resultados con impacto en la productividad y en la competitividad laboral que el país necesita, y en verdad se empiecen a ver los primeros índices de reducción de los problemas de la educación de los adultos, que se convirtió en una prioridad complicada y olvidada por los problemas nacionales de salud, económicos, de seguridad, políticos y bélicos entre países.