“Me inspira saber que estoy ayudando y que puedo hacer más”, asegura Ángel Mendoza Oliver, montañista desde hace 40 años y coordinador de rescate en áreas montañosas en Puebla de la Cruz Roja estatal, quien refiere que ambas prácticas conllevan pasión y respeto con el medio ambiente.
En el marco del Día Internacional del Montañista, que se conmemora este 5 de agosto, Ángel comentó que desde pequeño empezó este deporte debido a que su padre le enseñó, posteriormente decidió ayudar con sus habilidades a rescatar personas. Menciona que es la tercera generación de montañistas y la segunda de rescatistas.
“La vida del montañista como tal es una vida de mucha adrenalina, una vida bastante fuerte, física y psicológicamente, muchas veces dicen que terminas solo, pero es por la inmensidad de la montaña, eres un grano de arroz en la inmensidad de la vida”, expresa.
Durante todo este tiempo ha participado en alrededor de 22 rescates al año, pero recuerda que hubo un momento en el que fueron casi 40 recates en un año, lo que fue bastante demandante.
Si bien ya sabía que implicaba este tipo de labor, nunca imaginó que un día le tocaría ir por el cuerpo de un amigo, lo que aún recuerda con lágrimas en los ojos y mucho sentimiento. Señaló que durante esa encomienda lo mantuvo cuerdo la idea de que debía entregarlo con su familia, por lo que puso todo su esfuerzo para cumplir con ello.
“Siempre me pega, lo que más me ha dejado marcado es la recuperación del cuerpo de un amigo, lo bajamos de la Iztaccíhuatl (…) si llegué a pensar una situación así, pero nunca me imaginé que fuera él”, opina.
Tras esto, indica que más que nunca lo hizo aferrarse a ser montañista y rescatista, puesto que pudo hacer algo por su amigo y sin duda, de tener descendencia a futuro les inculcará ambas prácticas.