Directores de noventa grandes museos de todo el mundo, entre los que se encuentran las más prestigiosas pinacotecas internacionales, han expresado su preocupación por las agresiones sufridas a obras de arte por parte de activistas medioambientales ante las que se han expresado “profundamente conmovidos” por su “peligrosidad”.
“Los activistas responsables subestiman la fragilidad de estas irreemplazables obras de patrimonio cultural mundial, que deben ser conservadas”, han explicado los directores de los museos en un comunicado difundido este jueves, en el que han manifestado su deseo de continuar “ocupándose del inmediato acceso hacia la herencia cultural” y de “mantenerlos como un espacio libre para la comunicación social”.
Los responsables de los centros culturales firmantes del comunicado han recordado que “los museos son lugares en los cuales las personas con diferentes fundamentos pueden entrar en un diálogo y con ello hacer posible el discurso social” y aseguran que las labores de estas instituciones “coleccionar, investigar, compartir y preservar” son “ahora más relevantes que nunca”.
El Prado, Thyssen y Guggenheim
Entre los directores firmantes del comunicado se encuentra Miguel Falomir, director del Museo Nacional del Prado, que el pasado fin de semana sufrió un ataque por parte de dos activistas de la organización Futuro Vegetal que se pegaron a los marcos de los cuadros ‘La maja desnuda’ y ‘La maja vestida’.
El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza y el Guggenheim de Bilbao son los otros dos museos españoles que han suscrito el documento. El Reina Sofía no aparece aún en el listado inicial de firmantes por un error de recepción, aunque fuentes de la institución han confirmado a Europa Press su intención de hacerlo próximamente.
Asimismo, la directora del National Gallery, de Londres, Gabriele Finaldi, y el presidente del Louvre de París, Laurence des Cars, cuyas obras también han sido objeto de agresiones en los últimos meses, también han suscrito el documento.
En la larga lista figuran además el Museo Británico; el Metropolitano, el de Arte Moderno y el Guggenheim de Nueva York; el Museo Nacional de Arte Moderno-Centro Pompidou y el Musée National Picasso, de París; el Museo de Arte Fuji de Tokio; el Museo Nacional de Oslo; el de Arte Fundación Ludwig, el Belvedere y el Albertina de Viena o la galería Uffizi de Florencia, entre otros.
Una de tantas
El pasado 15 de noviembre, se dio a conocer que activistas ecologistas rociaron con un líquido negro el famoso cuadro “Muerte y vida” del pintor austríaco Gustav Klimt, informó el Museo Leopold de Viena.
“Por desgracia fuimos víctimas de un ataque poco después de las 10H00 GMT”, dijo el portavoz del museo, Klaus Pokorny.
“Después de una primera verificación en presencia del equipo de restauración, podemos despejar toda preocupación sobre cualquier posible daño a la obra o a su marco original”, precisó la institución en un comunicado.
El grupo “Última Generación”, que reúne activistas alemanes y austríacos, reivindicaron la acción en Twitter difundiendo imágenes.
En las fotos se ve a dos hombres atacando la obra, uno de ellos intentando pegar su mano al vidrio, antes de ser detenidos por un empleado.
“Cesen la destrucción (de la humanidad) con los combustibles fósiles. Nos precipitamos hacia un infierno climático”, gritó uno de los activistas.
“Las preocupaciones de los militantes son legítimas, pero atacar las obras de arte no es ciertamente la mejor manera de impedir los cambios previstos del clima”, reaccionó el director del museo, Hans Peter Wipplinger.
Dos semanas antes, dos ambientalistas se pegaron con goma el domingo a un esqueleto de dinosaurio exhibido en el Museo de Historia Natural de Berlín, en una protesta contra las políticas climáticas del gobierno alemán.
Esta protesta siguió a una serie de ataques a obras artísticas en varias partes de Europa.
Dos mujeres vestidas con chalecos naranja se pegaron a los postes de metal que sostienen el esqueleto del dinosaurio de más de 60 millones de años, con una pancarta que decía: “¿qué tal si el gobierno no lo tiene bajo control?”.
Una de las mujeres, Caris Connell, dijo estar asustada con “los incendios forestales, la escasez de agua, el hambre y la guerra”.
“Los dinosaurios acabaron porque no soportaron los cambios masivos del clima. Eso también nos amenaza”, agregó la activista.
La otra manifestante, Solvig Schinkoethe, dijo que como madre de cuatro hijos, teme las consecuencias del cambio climático.
“Hemos escogido la resistencia pacífica para proteger a nuestros niños de la mortal ignorancia de los gobiernos”, dijo la mujer de 42 años.
Según el museo, la policía controló el incidente en menos de una hora. Hubo daños a la propiedad y se presentó una denuncia penal.