Nuestro planeta ya contiene mucha basura. Desde la Revolución Industrial, los humanos hemos producido 30 billones de toneladas de cosas, desde rascacielos y puentes hasta ropa y bolsas de plástico, gran parte de los cuales todavía están con nosotros en forma de desechos.
A nivel mundial, las personas agregan 350 millones de toneladas a este total todos los días. Lo que es peor, gran parte de la basura del mundo está mal gestionada, pues se tira a la tierra, a los cursos de agua y a vertederos a cielo abierto en ciudades y pueblos, lo cual expone a las personas a graves riesgos para la salud, daña las plantas y el suelo, y muchos desechos llegan a los océanos.
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Enviar la basura al espacio no es tan extraño como podría parecer. Después de todo, hay mucho espacio por ahí, sin nadie, hasta donde sabemos hoy, para reclamarlo.
Algunos investigadores han sugerido enviar desechos al espacio, pensando principalmente en barras de combustible radiactivo usadas de plantas de energía nuclear. Es cierto que los desechos nucleares seguirán siendo extremadamente peligrosos durante decenas de miles de años, y hasta ahora los humanos han hecho un pésimo trabajo al deshacerse de ellos de manera segura en la Tierra.
Pero estas propuestas nunca han avanzado, por muchas razones. Una es el riesgo: ¿Qué sucede si un cohete que transporta toneladas de desechos altamente radiactivos explota durante el despegue? Otro es el costo, que sería mucho más alto que el ya alto precio de almacenarlo de manera segura en la Tierra.
También hay una gran cantidad de basura espacial que ya orbita el planeta, incluidos satélites rotos y desechos de meteoritos. La NASA estima que hay más de medio millón de piezas del tamaño de una canica o más grandes en la órbita de la Tierra que viajan a altas velocidades, por lo que realmente pueden dañar la nave espacial en caso de colisión. No sería inteligente agregar a este problema.
Una alternativa
Sin embargo, hay una estrategia mucho mejor: Reducir la cantidad de desechos que van a los vertederos, incineradores, basureros abiertos en tierra y en los océanos. Y parte de ese trabajo depende de los gobiernos, que establecen reglas sobre cuestiones como permitir bolsas de plástico de un solo uso.
Por ejemplo, es posible que estés familiarizado con las llamadas “3 R de la basura”: Reducir, reutilizar y reciclar. En esa fórmula, cada paso significa menos desperdicio al final del día.
Si deseas reducir los desechos en tu vida, elige tazas, cubiertos o bolsas de supermercado reutilizables, en lugar de artículos de plástico de un solo uso.
Algunas comunidades también recolectan desechos orgánicos, como restos de comida y recortes de jardín, y los convierten en abono, un material similar a la tierra que los jardineros y paisajistas usan como fertilizante. Y muchos jardineros hacen su propio compostaje en casa.
Puedes reutilizar comprando artículos y ropa de segunda mano y donando tus cosas no deseadas pero aún utilizables. Las redes de Freecycle facilitan la entrega de artículos utilizables que no necesita y obtienen diferentes productos a cambio.
Reciclar papel, plástico, vidrio y aluminio los mantiene fuera de los tiraderos. También ayuda a frenar el cambio climático, ya que puede requerir menos energía fabricar nuevos productos a partir de materiales reciclados. En 2018, casi un tercio de los desechos sólidos municipales en los Estados Unidos.
Algunos artículos, como las bolsas de plástico, pueden ser difíciles de reciclar. Pero las latas de aluminio, el papel, el cartón y ciertos tipos de plástico se reciclan con éxito a tasas mucho más altas. Es importante saber qué se puede reciclar en el lugar donde vive y cómo hacerlo: Las reglas varían mucho de un lugar a otro.
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Además, cada vez hay más debate sobre el derecho a la reparación: Dar a los consumidores acceso a información y repuestos para que puedan reparar sus propios productos, desde productos electrónicos hasta automóviles. Las empresas preferirían que compremos nuevos reemplazos, pero muchas personas están presionando para que se establezcan reglas que faciliten la reparación de sus propias cosas.
Hay muchas opciones para reducir el desperdicio antes de que el espacio sea el único lugar que queda para colocarlo. Una vez que pruebe algunos, encontrará que es más fácil de lo que piensa.
* Profesor de Política Ambiental Global, Universidad de California, Berkeley.