Desde pequeño, lo que más destacaba de Eduardo España era su sonrisa y esa habilidad para hacer felices a todos los que lo rodeaban. Siempre tuvo en su mente que algún día compartiría risas sobre un escenario. Y, si bien soñó en grande, en ningún momento calculó qué tan alto llegaría a ser ese anhelo.
Eduardo Ramírez Velázquez, su nombre real, nació un 15 de septiembre de 1971, en Guadalajara, Jalisco. Fue el penúltimo de ocho hijos. Vivió una infancia alegre, sus padres, al igual que él, siempre compartieron risas con los demás. Ninguno de los ochos hijos sufrió de carencias, no recibían malos tratos, siempre sus papás los apoyaron en cada una de las decisiones que tomaron; incluso, a pesar de las travesuras, nunca se vivió un ambiente hostil.
“Recuerdo mucho una travesura, me acuerdo cuando Rocío, mi hermana más pequeña me metió a la lavadora, le iba a prender, y mi mamá corrió a apagarla, pero elle le dijo ‘mal agradecida, te lo iba a lavar’”, rememoró España, entre risas.
“Éramos una familia muy divertida. Siempre nos gustó el sentido del humor. Con mi hermano Diego jugábamos a hacer telenovelas, en la sala, yo me ponía un saco de mi papá y empezábamos a hacer shows; con mi vecina en la cochera, imitaba a Emmanuel, Juan Gabriel, hacíamos playback, siempre hice eso hasta que estudié actuación a los 17 años”, agregó el ahora comediante.
Al derecho y al Derbez
España comenzó con su formación como actor en el Centro de Actores y Autores de Occidente que dirigía Ofelia Cano, empresa que pertenecía a Televisa, en Jalisco. Se certificó como locutor y empezó con proyectos pequeños.
Pero fue en 1994 cuando su carrera creció de manera exponencial gracias al apoyo de Eugenio Derbez, quien fue el primero que le dio una oportunidad laboral en la Ciudad de México con programas como Derbez en cuando y Al derecho y al Derbez. España llegó a la capital tras un breve éxito en su tierra natal.
“A Eugenio le tengo mucho agradecimiento, me abrió mis primeras puertas en Televisa, yo le tengo mucho cariño y mucha gratitud siempre, me da mucho gusto ver los enormes lugares a los que ha llegado”, comentó.
También colaboró profesionalmente en la escuela de actuación del actor Luis Felipe Tovar y luego viajó a Madrid para complementar su educación profesional.
Cuando inició su carrera laboral, hace 31 años justamente, su nombre artístico no cambiaba a su nombre real, sin embargo, por recomendación del guionista Manuel Rodríguez Ajenjo decidió dejarse únicamente Eduardo España; su apellido lo adaptó debido a que ese era su apodo de pequeño ya que no pronunciaba del todo bien la letra “s” por lo que comenzaron a decirle que era “español”.
Márgara Francisca es otro rollo
Aunque comenzó con participaciones especiales en programas de Derbez, aún se sentía insatisfecho y muy lejano de su sueño.
Entonces llegó a su vida Otro rollo (1995) donde salió uno de sus personajes más importantes hasta el momento: Doña Márgara Francisca.
“Hicimos una parodia que era el Gran Carnal, la parodia de Big Brother y, al principio, a algunos nos tocó hacer personajes muy parecidos a los que estaban en la casa de Big Brother, la primera parte la ganó Roxana Castellanos que hizo a Deyanira Rubí y una segunda parte, cada quien propuso un personaje y ahí salió Doña Márgara Francisca”, expresó España.
Pero mientras su éxito crecía, el comediante se enfrentó a distintos problemas, sobre todo de censura ya que su personaje, el cual creó gracias a una recopilación de distintas personas que lo han marcado en su vida, es muy mal hablada, dice las cosas de frente y sin filtro.
“Un ejecutivo de Televisa me dijo que era el personaje más censurado en toda la historia de la televisión de México, en aquel entonces”, recordó.
“A Márgara yo la quiero mucho, estoy muy agradecido, no me peleo con ella, está muy bonito hacer comedia, Márgara es un personaje que me ha abierto puertas impresionantemente, la quiere mucho la gente, sé que muchos no la quieren también, pero la mayoría que nos ve la quiere y es un personaje muy padre porque es como un alter ego para mí. A través de Márgara puedo decir muchas cosas de crítica a la sociedad, de todo”, compartió.
Un hombre germanesco
Mientras el éxito en su vida laboral iba en ascenso, en lo personal se encontraba en un duelo por el fallecimiento de su hermana menor Rocío, quien, a consecuencia de un accidente automovilístico donde viajaba toda la familia, se derraparon en una parte de la carretera y la menor falleció a los siete años de edad.
Su mamá murió cuando el actor tenía 22 años; sufría de diabetes, pero la causa de su deceso fue cáncer en la sangre; años después falleció su papá de un infarto, consecuencia de su adicción al cigarro.
En la parte profesional, debido a la buena mancuerna y relación con Eugenio Derbez, logró formar parte de un proyecto del cual él era productor ejecutivo: Vecinos (2005).
Eduardo España se unió al elenco y dio vida a un nuevo personaje, mismo que ha sido querido por muchos años: el conserje Germán.
“Me encanta hacer a Germán porque soy yo en muchas cosas, soy muy torpe con las manos, no sabes todo lo que me pasa, el otro día me pegué con un árbol, fue en la mañana ni siquiera andaba ‘cuete’, fui por unas quesadillas y me quise sentar en la banqueta y me paré y me arañó el árbol. Otras veces también me equivoco, uso acondicionador en vez de crema, soy muy germanesco. Germán es cínico, chismoso, carrilludo, cizañoso, me divierto mucho”, compartió el comediante.
Un año antes de su debut en Vecinos, España destacó en el mundo de la producción con su obra de teatro Novecento, misma que también protagonizó; después de eso le siguió su espectáculo unipersonal Felices, para el que se inspiró en la muerte de sus seres queridos para hacer reflexionar a la gente sobre el concepto de felicidad.
Vivir un día a la vez
Hace poco más de una década, la muerte volvió a tocar las puertas de la vida del actor, llevándose a Ranferi Aguilar, su pareja sentimental, víctima de una neumonía. Este hecho lo motivó a revelarse tal cual es ante su público: aceptó su homosexualidad.
“Estamos acostumbrados a una cultura en donde esperamos a que lleguen ciertas cosas o ciertas fechas, pero lo que me pasa emocionalmente en mi vida es que estoy cada vez más convencido de vivir un día a la vez, lo que hago lo hago con mucho amor.
“A lo mejor nunca la voy a armar en Hollywood como otros de mis compañeros, pero estoy feliz de hacer lo que hago y me encantaría que mi trabajo llegue a otras latitudes, que esté en series que se puedan ver en España, Colombia, me encantaría porque el arte es universal y qué padre sería que se vea en otros lugares”, comentó.
Cansada de besar sapos (2005), la serie El privilegio de mandar (2005), Crónicas chilangas (2009), La familia P. Luche (2012), Cantinflas (2014) y Perdiendo el juicio (2021) son algunos de los proyectos en los que Eduardo España ha destacado.
El actor continuará con shows personales, en melodramas, así como en comedia. Gracias a la apertura que existe actualmente, ya es muy poco probable que Doña Márgara sea censurada, sin embargo, uno de sus sueños es no quedarse en su zona de confort, busca compartir su versatilidad con otros.
“Yo no hago crítica política sino social, pero Márgara sí dice las cosas al fregadazo, es madre soltera, madre abandonada, lucha mucho por el respeto a la diversidad y dentro de la comedia tiene cosas muy bonitas, he tratado de manejarla con inteligencia.
“Cada quien puede tener el camino que quiera pero a mí me gusta cuando la gente me ve haciendo otro tipo de contenidos, que tengo una versatilidad como actor, el chiste es hacer una carrera de colores porque cuando haces comedia cuesta mucho trabajo, hay directores de casting que sólo se quedan con la faceta de comediante, pero no se toman la molestia de ir al teatro y de ver otras facetas”, aseguró España.
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Cine, teatro, televisión, radio y doblaje son algunas de las disciplinas que España domina. Tal para cual (2022), ¿Es neta, Eva? (2023), La madrastra (2022) y la saga animada de Las leyendas (donde presta su voz en el doblaje) son sólo algunos de sus proyectos recientes.
“Mi filosofía de vida actual es que vivo un día a la vez, de manera intensa, como si la vida sólo fuera el momento porque nadie me asegura qué onda con mañana”, finalizó.